La rumana
Ando vagando y vagueando por las calles del casco histórico de alguna ciudad europea. De repente un bar y a su lado las olas y la suave brisa del mar. Voy con una amiga. Decidimos entrar y tomar unos tragos. Estamos de risas, como siempre. A las dos nos llama la atención la camarera, muy sensual, muy felina. Detrás de ella una cara familiar. Son pareja y yo sigo sonriendo. La llamamos "la rumana" porque es rubia, aunque en realidad no sabemos muy bien de dónde viene. Es una sensación extraña, no pensé jamás llegar a sentirme indiferente, pero ahora veo que soy capaz, incluso me siento bien, me sienta bien sentirme así. Ni pena ni gloria, ni frío ni calor, ni dolor ni placer. Es lo genial de la apatía.
2 Comments:
pero, que fue lo que pasó con esa cara familiar??que intrigas
beso
La cara familiar se tornó desconocida. Se desfiguró, se desdibujó. Continuaba siendo la misma, pero sin serla. Las sensaciones que producía en mi dejaron de ser. Eran en cierta manera recuerdos borrosos, una especie de sueño incorpóreo e indefinido. Aunque de vez en cuando regresan como un olor o un sabor de la infancia. Besos
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